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jueves, 11 de julio de 2013

Dolor que no es dolor

filosofía,arte,ciencia,cultura

Nacer es sencillamente el más maravilloso de los fenómenos de la naturaleza, antes no era nada y hoy descubro que soy alguien, maquina viviente o simplemente un aparato que es capaz de sentir, hacer, transformar y hasta destruir, fraternalmente le invito a imaginar el momento sublime que significa llegar a este mundo sin más equipaje que el pensamiento y la curiosidad.
Me agrada utilizar la palabra fraternidad como punto de apoyo en la solución de cuanto problema se presenta en el andar en este mundo conocido como vida, cuando de alguna manera me expulsaron de ese mundo maravilloso que es el vientre materno, donde nada me hacía falta, nunca sentí hambre o sueño, ni frío ni calor, ni ruido ni silencio, pero tampoco abría los ojos, no era necesario, pero, un día me dijeron que el tiempo había llegado, debía desocupar el recinto que me prestaron durante nueve meses, tiempo más tiempo menos.
Me convenzo que debo salir inmediatamente, comprendo que mi estado de confort ha terminado, desconozco lo que sigue, supongo que estoy listo a enfrentar las batallas que el destino me tiene preparadas, debo conocer a muchas personas como yo, de momento todo me resulta extraño, siento algo que molesta, parece un dolor que no es dolor, sensación molesta, trato de manifestar mi necesidad y no sé cómo hacerlo, hasta que logro emitir ruidos un tanto desagradables y de inmediato solucionan mi problema, colocan frente a mi algo que entiendo resolverá la situación y lo que me parecía dolor disminuye casi de inmediato.
Aprendí entonces que cada vez que perciba ese dolor que no es dolor, simplemente emitiré los ruidos estridentes y me obsequiarán lo necesario que permitirá nuevamente un estado de confort,
pero después de un tiempo razonable surge un problema distinto, algo ocurre en el otro extremo que produce cierto efecto poco agradable alterando ese estado confortable que también es resuelto con maestría, instantes después se renueva el dolor que no es dolor y la historia se repite.
No recuerdo que fue lo primero que percibí, creo que mis manos sintieron algo de inmediato, luego, escuché ruidos y sonidos totalmente desconocidos y cuando sentí el dolor que no es dolor percibí un sabor agradable y pronto un olor desagradable, como si esas percepciones formaran parte de un todo, es decir, percepciones concatenadas que culminaron cuando pude ver una serie de imágenes, todas ellas maravillosas y desde luego desconocidas, pero aquí estaba yo, disfrutando de esto que llaman vida y que mucho tiempo estuve deseando conocer y hoy es una realidad.
Cuando inicié el relato anterior imaginé comparativamente el día que adquirí la máquina en la que estoy escribiendo, cuando la conecté a la corriente, mostró una especie de vida con sus hardware: el teclado, la pantalla, el mouse, el sonido y toda la gama operativa, con tanto parecido a la llegada de un nuevo ser que viene con su sistema operativo y los hardware: tacto, oído, gusto, olfato y vista, desde luego que me disculpo al hacer este comparativo tan “burdo” pero es la manera sencilla de describir la llegada de una nueva vida, lo que me indica que nada nuevo existe fuera de lo que es el ser humano, la criatura más hermosa de la creación y que nada justifica su destrucción por cualquiera de los métodos conocidos.
Nacer, crecer, aprender, vivir, disfrutar, reír y hasta llorar, todo en esta vida es satisfactorio si se aprecia como regalo divino, dicho regalo se disfruta mejor cuando se practica la fraternidad3-9.

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miércoles, 4 de enero de 2012

Si hoy fuera el final


Tan solo imaginar si el final de mi vida fuera hoy, cuantas cosas trataría de hacer antes de dar el último suspiro, junto a la incertidumbre de saber como es el final, cual debería ser mi actitud ante el evento ineludible que ya está definido, solo que yo no lo conozco.
Pudiera ser que en ese mismo instante sufriría la mayor desesperación por todo lo que no he terminado, por todo lo que me he equivocado y ni como corregirlo en este instante.
Tal vez es momento de preguntarme: ¿Qué obligaciones tengo con el creador? ¿Que obligaciones tengo con mis semejantes? ¿Cómo sería mi testamento si en este preciso momento tuviera que despedirme?
Desde luego que nadie puede estar preparado llegado este momento, en primer lugar por razón natural desconocemos el momento final, en segundo lugar va a resultar muy complicado tratar de resolver en unos minutos lo que debimos hacer a lo largo de la vida.
Sin embargo, este es un buen momento de pensar que es lo que se debe hacer en un caso como este: ¿Qué espera de mí el creador? ¿Debo solicitar su perdón? Pero concretamente a que perdón me refiero, más bien puede ser un perdón o muchos, pero no hay tiempo de definir cual.
Mientras decido que perdón debo elegir, en este momento puedo preguntarme: ¿Qué obligaciones tengo hacia mis semejantes? Y de ser posible quisiera encontrar que es lo mejor que puedo hacer por mis semejantes, tener la oportunidad de ser mejor con ellos.
La otra pregunta se refiere a la manera de redactar mi testamento, no se en este momento si referirme a los bienes materiales o a otras cosas, ya que mis bienes materiales carecen de valor en este momento, finalmente ya no los necesitaré.
Se supone que debo partir sin nada, tal como llegué en el tiempo que nací y que mi equipaje de viaje solo es el paquete de experiencias acumuladas durante la estancia en esta vida, entonces: ¿cual debe ser el contenido de mi testamento?
El contenido va a ser nada menos que el paquete de experiencias vividas, buenas y malas que a lo largo de los años se enfrentaron con o sin inteligencia, pues precisamente eso es lo maravilloso de la vida, que no sabemos si estamos haciendo bien las cosas o no.
Las herramientas que determinan si las cosas las estamos haciendo bien, son las normas de conducta, que en familia se establecen y se respetan aún en contra de la voluntad, pero que al respetarlas garantiza una vida tranquila y productiva.
Entonces, es ahora, en los momentos últimos, cuando debemos enfrentar los errores y los aciertos, valorarlos y sacar de esas experiencias el mejor provecho, es como enfrentarse al jurado más frío que pueda existir, porque se trata del jurado interno al que no podemos engañar.
Es el momento ideal, todo indica que estamos a punto de renacer, como si la vida nos estuviera dando otra oportunidad, esta nueva oportunidad nos la entrega la masonería, limpia pura y sin mancha, y así la debemos conservar por el resto de la existencia que esté reservada a nosotros.
Enfrentemos entonces el trauma de un nuevo nacimiento, una nueva llegada al mundo, como si por arte de magia iniciara el año uno en esta nueva vida, caminando con la ayuda materna que cuidará cada momento a partir de este, hasta que las alas nos proporcionen la oportunidad de volar por iniciativa propia.
Comparativamente avanzaremos en edad, como avanzamos en el mundo real que sin darnos cuenta acumulamos años y por ende experiencia que vamos a heredar a nuestros hijos, y así, de manera cíclica a las nuevas generaciones, por el simple hecho de pensar que hoy es el fin.
Aprovechemos la oportunidad de una nueva vida.