La
soberanía se comprende como el poder de dictar leyes y hacerlas efectivas, bajo
la promesa de legislar y administrar justicia con imparcialidad y equidad, pero
eso es posible solo, si antes se busca ser un juez justo y perfecto, con las
herramientas que la vida nos proporciona desde el principio.
Sugiero
emplear consciencia en la actuación cotidiana, por medio de una personalidad
coherente en seleccionar los mejores mecanismos en favor de los semejantes,
aplicando excelente curiosidad, con el único fin de remediar los males de la
familia primero, luego los del entorno con el ejemplo y quizás, alguien quiera
imitar el procedimiento y poco a poco se repitan hasta lograr que cada uno
cumpla con sus deberes y puedan gozar de los derechos que les corresponde.
La
soberanía de ninguna manera se encuentra fuera del ser humano porque es un
derecho y como todo derecho deriva de las facultades inherentes a la naturaleza
humana, la soberanía es su propiedad, que es lo mismo que sucede con la verdad
que no es patrimonio de alguien en particular, la verdad pertenece a la
asociación humana.
Algunos
autores afirman que cada ser humano tiene un derecho igual a concurrir al
ejercicio de esa soberanía porque es parte de la asociación humana, por lo
tanto, resulta indivisible, imprescriptible e inalienable, de tal suerte que la
asociación humana resulta ser un gran taller de producción establecido con el
objetivo del bien común, al cual cada uno contribuye según sus medios.
Podemos
definir en tres tipos los derechos humanos: Naturales, civiles y políticos, los
naturales pertenecen a todo ser humano, son imprescindibles, solo la fuerza le
priva de ellos, nunca la justicia, los derechos civiles dependen de las leyes
nacidas de sus necesidades propias, o de los usos y costumbres, y los derechos
políticos solo pueden corresponder a lo que la asociación humana determine,
pues de su uso bueno o malo, depende su existencia.
La
justicia y la equidad nos aconsejan hacer que desde el primero hasta el último
ser humano goce de los derechos naturales y en función de los derechos civiles
se dice que quien no conoce las leyes de su país precisa ser representado en
juicio por un apoderado y la distribución de los derechos políticos exige mayor
discernimiento con la idea de evitar los intereses encontrados evitando así
ofender a la justicia ni faltar a la equidad.
La
soberanía entonces nos abarca a todos, gobernantes y gobernados, tarea del
gobernante es defender al débil contra el fuerte, velar por la salud del
gobernado, proteger el presente sin comprometer el futuro y no tratar de
administrarlo todo, pues no hay mejor gobierno que el que no se ve gobernar y
la tarea del gobernado, cumplir sus deberes y luego exigir sus derechos.
Jean Bodin afirma que la soberanía es el derecho que tiene el pueblo a
elegir a sus gobernantes, sus leyes y a que le sea respetado su territorio.
Según esto, habría que considerar que el derecho se tiene frente a alguien y
porque alguien lo concede; en consecuencia, habría que convenir en que la
soberanía, más que un derecho, es el "poder".
Porqué entonces en el mundo existen diferencias tan marcadas en el
terreno social que pareciera un mal de todos los tiempos, según la clásica
definición de Jean Bodin, recogida en su obra del año 1576 los seis libros de
la república, soberanía y soberano es quien tiene el poder de decisión, esta
definición muestra en síntesis la amplitud del concepto de soberanía, que como
tal, ha perdurando a través de los tiempos, aunque no exento de variaciones a
lo largo de la historia.
¿Será entonces tiempo de retomar conceptos como el de soberanía y
revisar lo que hemos estado haciendo mal desde hace tantos años? Las
diferencias sociales son diametralmente opuestas, pobres muy pobres y ricos muy
ricos, habremos de recordar que un juez representa al soberano que todo lo
vigila, con la obligación de dar a cada uno en todos los sitios y a todas horas
lo que le pertenece, podemos comenzar con la imagen que vemos en el espejo y
definir si somos soberanos, es decir, si existimos capaces de juzgarnos, si
hemos dado a nuestra familia lo que le pertenece.
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