lunes, 2 de enero de 2012

Las buenas costumbres


La frase “las buenas costumbres” no solo es eso, una frase, más bien es todo un concepto que abarca desde el momento en que nacemos y hasta el final de nuestros días.
Esta es una frase que pretende afirmar que la persona que ha solicitado ingresar a la masonería es digna de confianza, pues quien invita y conduce a un nuevo miembro, con orgullo declara: Es hombre libre y de buenas costumbres.
Las buenas costumbres no se refieren a la manera de conducirse de acuerdo a un manual de urbanidad, se refiere más bien a la forma de conducir su vida dentro y fuera del hogar ya sea paterno si es soltero, o en el propio si es casado.
Un hombre de buenas costumbres es aquel que cumple dentro de sus posibilidades con los lineamientos que la sociedad y la ley demandan, sin que esto se refiera a códigos y letras escritas que de nada sirven, si no se acatan con responsabilidad.
Sirva de ejemplo el comportamiento de una persona que se excede de copas y comienza a desbarrar, lo que desencadena el rechazo de amigos y parientes, lo cual se determina como un vicio fuera de control, a partir de ese comportamiento las buenas costumbres desaparecen.
La condición que la masonería exige al admitir a un candidato es que sea libre y de buenas costumbres, entonces, las buenas costumbres tienen muchas aristas, una de ellas es como la descrita, en el sentido de no poder dominar el deseo de contentar nuestros gustos.
Pero a que se refiere la condición de libertad, “libre y de buenas costumbres”, así lo establece la condición, libre, pero si en este país no existe la esclavitud, entonces, ¿que es lo que se pretende al exigir que sea libre?
La libertad pareciera ser una utopía, cuantos seres humanos parece que son libres y sin embargo, el trabajo les tiene esclavizados, los temores les tiene esclavizados, los miedos resultan pavorosos, hasta el temor de la muerte les asusta, de manera que la libertad brilla por su ausencia.
Es tan simple perder la libertad, en la medida en que cualquier cosa inclina la balanza hacia un vicio, aunque no consideremos que nos hallemos inmersos dentro de un vicio.
Entonces, lo primero que debe hacer quien pretenda ingresar o quien pretenda invitar a un prospecto, es verdaderamente investigar si existe esa libertad en el candidato.
Suele ocurrir que cuando ya se encuentra dentro de la orden, le cuesta mucho trabajo comprender la necesidad de ser libre ya que sin libertad y sin buenas costumbres nunca va a comprender a que se refieren los trabajos cuando exigen libertad y buenas costumbres.
Coloquialmente uno de los hermanos lo manifestó de esta manera: ¿Cómo pretende el hermano comprender que es libre y de buenas costumbres si a la primera oportunidad se convierte en un bufón cuando asiste a una reunión social dentro de logia?
Si el deseo de tomar una copa no se limita a eso, o quizás dos, va a ser muy difícil que se puedan conseguir avances en las buenas costumbres, los dos asuntos van de la mano.
La invitación es entonces, piense en el concepto tratado en este asunto, “libre y de buenas costumbres” ellas, las buenas costumbres necesitan la ausencia de los vicios, y sin vicios, somos libres en verdad.