La frase “las buenas costumbres” no solo
es eso, una frase, más bien es todo un concepto que abarca desde el momento en
que nacemos y hasta el final de nuestros días.
Esta es una frase que pretende afirmar
que la persona que ha solicitado ingresar a la masonería es digna de confianza,
pues quien invita y conduce a un nuevo miembro, con orgullo declara: Es hombre
libre y de buenas costumbres.
Las buenas costumbres no se refieren a la
manera de conducirse de acuerdo a un manual de urbanidad, se refiere más bien a
la forma de conducir su vida dentro y fuera del hogar ya sea paterno si es
soltero, o en el propio si es casado.
Un hombre de buenas costumbres es aquel
que cumple dentro de sus posibilidades con los lineamientos que la sociedad y
la ley demandan, sin que esto se refiera a códigos y letras escritas que de
nada sirven, si no se acatan con responsabilidad.
Sirva de ejemplo el comportamiento de una
persona que se excede de copas y comienza a desbarrar, lo que desencadena el
rechazo de amigos y parientes, lo cual se determina como un vicio fuera de
control, a partir de ese comportamiento las buenas costumbres desaparecen.
La condición que la masonería exige al
admitir a un candidato es que sea libre y de buenas costumbres, entonces, las
buenas costumbres tienen muchas aristas, una de ellas es como la descrita, en
el sentido de no poder dominar el deseo de contentar nuestros gustos.
Pero a que se refiere la condición de
libertad, “libre y de buenas costumbres”, así lo establece la condición, libre,
pero si en este país no existe la esclavitud, entonces, ¿que es lo que se
pretende al exigir que sea libre?
La libertad pareciera ser una utopía,
cuantos seres humanos parece que son libres y sin embargo, el trabajo les tiene
esclavizados, los temores les tiene esclavizados, los miedos resultan
pavorosos, hasta el temor de la muerte les asusta, de manera que la libertad
brilla por su ausencia.
Es tan simple perder la libertad, en la
medida en que cualquier cosa inclina la balanza hacia un vicio, aunque no
consideremos que nos hallemos inmersos dentro de un vicio.
Entonces, lo primero que debe hacer quien
pretenda ingresar o quien pretenda invitar a un prospecto, es verdaderamente
investigar si existe esa libertad en el candidato.
Suele ocurrir que cuando ya se encuentra
dentro de la orden, le cuesta mucho trabajo comprender la necesidad de ser
libre ya que sin libertad y sin buenas costumbres nunca va a comprender a que
se refieren los trabajos cuando exigen libertad y buenas costumbres.
Coloquialmente uno de los hermanos lo
manifestó de esta manera: ¿Cómo pretende el hermano comprender que es libre y
de buenas costumbres si a la primera oportunidad se convierte en un bufón
cuando asiste a una reunión social dentro de logia?
Si el deseo de tomar una copa no se
limita a eso, o quizás dos, va a ser muy difícil que se puedan conseguir
avances en las buenas costumbres, los dos asuntos van de la mano.
La invitación es entonces, piense en el
concepto tratado en este asunto, “libre y de buenas costumbres” ellas, las
buenas costumbres necesitan la ausencia de los vicios, y sin vicios, somos
libres en verdad.