Por Julio Torres.
La masonería del
siglo XXI parece que se encuentra un tanto desconcertada y puntualizaría mejor
que son los masones quienes se encuentran desconcertados, el hecho no es para
menos, quienes así lo manifiestan, piensan que los secretos masónicos están en
peligro, lo cual no puede estar más alejado de la realidad.
En primer lugar, el
secreto masónico es algo que solo se adquiere en logia convencional, se coloca
en lugar de privilegio la vivencia que cada masón experimenta y de ninguna
manera es algo que se pueda contar o describir pues, esa vivencia es como pedir
a un niño que apenas puede comunicarse, que nos diga si recuerda el momento de
su nacimiento.
Supongo que desde
hace miles de años, cuando nació la masonería, estaban muy lejos de imaginar la
evolución de la sociedad como se presenta el día de hoy, mucho menos los
avances tecnológicos que ahora disfrutamos y mientras se cuidaba en extremo los
secretos, me temo que los masones de siglos anteriores se fueron apartando de
lo importante que la masonería nos quiere decir.
Más bien supongo que
es necesario que el masón se integre al siglo XXI, ya que la secrecía por si
sola se puede adecuar a la vida moderna, justo cuando apenas estamos
incursionando en el mundo de la computación, es cuando debemos conocer a fondo
este medio y descubrir la manera de hacer llegar a nuevos masones aprovechando
la tecnología.
En la práctica está
resultando muy complejo el acudir a una logia porque nos vemos obligados a
realizar un desplazamiento de dos tres o más horas, de tal suerte que resulta
poco práctico acudir a trabajos regulares, esa interferencia es lo que provoca
una deserción preocupante, a la larga las logias se debilitan y algunas hasta
mueren en el intento.
Luego entonces, lo
que se hace necesario que nos preocupemos menos del secreto y busquemos la
manera de transmitir los conocimientos de manera diferente, pues a fin de
cuentas, lo importante es que la sabiduría se siga enseñando bajo el principio
del bien general de la humanidad que es la divisa que debemos exaltar.
Habremos de diseñar
una mecánica que permita al candidato a ingresar, que perciba la esencia de la
masonería y trabajar en lo que cada liturgia nos quiere enseñar, que comprenda
que cuenta con diversas herramientas necesarias para su vida cotidiana.
El reto desde luego
que no es sencillo, son retos susceptibles de abandono, dando vueltas y vueltas
hasta que después de uno, dos o tres años o más, ya se pueda implementar por
medio de las redes sociales, con candados suficientes y necesarios, que permita
salvaguardar el secreto.
Invito a todos mis
hermanos masones a comunicarse, y aportar ideas sobre este asunto que no se
puede postergar más tiempo dado que el mundo actual nos obliga a apretar el
paso o definitivamente nos quedaremos en el abandono con logias muertas, que
lejos de aportar algo en bien general de la humanidad, dormirán el sueño de la
noche de los tiempos.
Mucho es lo que la
masonería nos regala, solo se necesita que hagamos los ajustes necesarios y que
el conocimiento se difunda por medio del léxico utilizado en nuestras logias en
tanto podamos diseñar lo que será la masonería del siglo XXI y entonces poder
con firmeza cuestionar a nuestros gobernantes sobre su ignorancia masónica que
es lo que impide el avance que la sociedad reclama.
Como ven, no es
casual que la estructura de los países que mejor funcionan, se hayan cimentado
en los principios masónicos, principios que han permitido el florecimiento
económico y social, al que todo ser humano tiene derecho, fincado en el
principio del deber y del derecho, solo falta adecuarlo al siglo XXI.
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